Bienvenid@s al Ejercicio 3

Lee el siguiente texto y responde correctamente las preguntas planteadas.

El  cielo aparece a la vista como una cúpula más o menos plana, en la cual están clavados los astros. Esa cúpula, empero, da vuelta, en el curso de un día, alrededor de un eje,  cuya  posición  en  el  cielo  está determinada  por  la  estrella  polar.  Mientras  esta apariencia pasó por realidad, era superflua la traslación de la geometría de la Tierra al espacio cósmico, y de hecho no se verificó;  pues no  existen  longitudes, distancias que pudieran medirse como unidades terrestres, y para designar las posiciones de los  astros bastaba  con  indicar  el  ángulo  aparente  que  la  mirada  del  observador,  dirigida  hacia  el astro, hace con el horizonte y otro plano elegido convenientemente. En este estadio del conocimiento, la superficie de la Tierra es la base inmóvil y eterna del todo; las palabras «arriba»  y «abajo» tienen un sentido absoluto, y cuando la fantasía poética o la especulación filosófica emprenden la tarea de estimar la altura del cielo o la profundidad del Tártaro, no necesita explicarse la significación de estos conceptos, pues la inmediata vivencia de la intuición nos lo entrega, sin especulación. Aquí, la conceptuación naturalista se nutre de la riqueza que presentan las intuiciones subjetivas.
El sistema cosmológico que lleva el nombre de Ptolomeo —150 después de J. C.— es la fórmula científica de este estadio espiritual; conoce ya una multitud de hechos finamente observados sobre el movimiento del  Sol, de la Luna, de  los planetas, y sabe dominarlos  teóricamente  con notable éxito; pero se atiene a la absoluta inmovilidad de la Tierra, alrededor de la cual giran  los  astros  a  distancias  inmensurables.  Sus  trayectorias  son  determinadas  como círculos y epiciclos, según las leyes de la geometría terrestre, sin que pueda decirse por ello  que  el  espacio cósmico se  halle  propiamente  sometido  a  la  geometría;  pues  las trayectorias residen, cual rieles que, afianzados en las bóvedas cristalinas, representan el cielo en capas sucesivas.

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